La mentalidad moderna de "explora y conquista" se halla perfectamente ilustrada en el desarrollo de los mapas del mundo o mapamundis. Numerosas culturas dibujaron mapas del mundo mucho antes de la época moderna. Evidentemente, ninguna de ellas conocía en realidad la totalidad del mundo. Ninguna cultura afroasiática sabía de América, y ninguna cultura americana sabía de Afroasia. Pero las regiones desconocidas se omitían simplemente, o bien se llenaban de monstruos y maravillas imaginarios. Tales mapas no tenían espacios vacíos y daban la impresión de que había una gran familiaridad con el mundo entero.
Durante los siglos XV y XVI, los europeos empezaron a dibujar mapas del mundo con gran cantidad de espacios vacíos: una indicación del desarrollo de la forma de pensar científica, así como del impulso imperial europeo. Los mapas vacíos eran una novedad psicológica e ideológica, una admisión clara de que los europeos ignoraban lo que había en grandes zonas del mundo.
El punto de inflexión crucial llegó en 1492, cuando Cristóbal Colón se hizo a la mar hacia el oeste desde España en busca de una nueva ruta a Asia oriental. Colón creía todavía en los antiguos y "completos" mapamundis. Utilizándolos, Colón calculó que Japón debía de hallarse a unos 7.000 kilómetros al oeste de España. Pero en realidad, más de 20.000 kilómetros y un continente entero y desconocido separaban Asia oriental de España. El 12 de octubre de 1492, hacia las dos de la madrugada, la expedición de Colón dio con el continente desconocido. Juan Rodríguez Bermejo, que actuaba de vigía desde el mástil de la nao Pinta, divisó una isla que ahora llamamos las Bahamas, y gritó "¡Tierra, tierra!".
Colón creía haber llegado a una pequeña isla en aguas de la costa de Asia oriental. Llamó "indios" a las gentes que allí encontró, porque pensaba que había desembarcado en las Indias, lo que ahora llamamos las Indias Orientales, o el archipiélago indonesio. Colón se mantuvo en este error durante el resto de su vida. La idea de que había descubierto un continente desconocido era inconcebible para él y para muchos de su generación. Durante miles de años, no sólo los grandes pensadores y sabios, sino también las infalibles Escrituras, habían conocido solo Europa, África y Asia. ¿Podían haber estado equivocados todos? ¿Podía la Biblia haber pasado por alto la mitad del mundo? Sería algo así como si en 1969, en su camino hacia la Luna el Apolo 11 se hubiera estrellado en una luna hasta entonces desconocida que orbitara la Tierra, y que todas las observaciones previas no hubieran conseguido detectar. En su negativa a admitir ignorancia, Colón era todavía un hombre medieval. Estaba persuadido de que conocía todo el mundo, e incluso su trascendental descubrimiento no consiguió convencerlo de lo contrario.